✉️❤️🚆Cartas entre trenes: una historia de amor que enseña a mirar más allá de lo superficial
Cada mañana, al encontrar tu nota en el asiento, sentía que el mundo se volvía un poco más amable.
Yo era Ana, una joven que siempre tomaba el mismo tren de las 8:15. Entre el ruido de los vagones y las miradas distraídas, un día apareció algo distinto: una hoja doblada con letras claras y cuidadas.
"Buenos días, desconocido. Si estás leyendo esto, espero que tu jornada sea ligera."
La tomé en mis manos y sonreí. No sabía de quién venía, pero esa pequeña nota transformó mi día. Al siguiente viaje decidí responder. Dejé mi carta en el mismo asiento, deseando que su dueño la encontrara.
Así comenzó nuestro juego silencioso. Día tras día, las cartas viajaban entre mis dedos y los suyos. Nunca nos vimos. Nunca supimos nuestros rostros. Solo palabras, confesiones y pequeños detalles: que él adoraba el café amargo, que yo escribía poemas secretos, que ambos teníamos miedo de la soledad.
El tren, antes gris, se convirtió en un puente hacia algo más. A veces me preguntaba: ¿y si no me gusta cuando lo vea? ¿Y si él se decepciona de mí? Pero bastaba leer sus frases para recordar que lo importante ya lo tenía: su sinceridad, su risa escrita, sus pensamientos desnudos en papel.
Una mañana, el asiento estaba vacío y no había carta. Mi corazón se encogió. Miré alrededor con desesperación, hasta que lo vi: un joven de cabello oscuro, con un cuaderno en las manos. Dudaba en acercarse, pero al verme sonrió tímidamente.
—¿Eres tú? —preguntó con voz baja.
En su mano sostenía mi última nota.
Yo asentí, temblando. Y en ese instante entendí que no importaba cómo se veía, sino cómo me había hecho sentir durante todo ese tiempo.
El amor, pensé, no siempre llega con flores ni grandes gestos. A veces viaja en vagones de tren, escrito en papeles doblados, creciendo en silencio hasta convertirse en algo real.
✨ Enseñanza: El verdadero amor nace en la conexión del alma, no en la apariencia.
Comentarios
Publicar un comentario